¡Si tan sólo existiera un botón mágico para borrar los mensajes que enviamos por alguna aplicación de chateo luego que nos arrepentimos de haberlo escrito y enviado!
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Si existiera ese botón, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló quizás no estará metido en tremendo problema con la develación de la ahora tristemente famosa ristra de chats repugnantes de él y sus ayudantes a través de la aplicación de mensajería Telegram.
Bueno, quizás el problema es que usaron el app equivocado.
En nuestra parte del mundo existen al menos seis sistemas de aplicaciones de chateo en la Web que eliminan –“autodestruyen”– los mensajes, pero, por supuesto, sin la intervención del usuario. Se trata de un algoritmo o programación interna de cada app que hace la limpieza. El problema es que lo hace a destiempo. Y además, hay que recordar: todo mensaje, documento, imagen o sonido que corre por los recovecos del ciberespacio pasa por cientos de servidores dispersados por todo el planeta hasta llegar a su destino final. En algún lugar de tanto servidor, se queda “atascada” una copia del mensaje, al menos durante un tiempo razonable. Por la tanto, no hay verdadera secretividad, muchos menos asomo de privacidad, en la mensajería usual de la Web.
Las seis principales aplicaciones de mensajería electrónica que tienen la capacidad de “borrar” sus contenidos son la susodicha Telegram, otra es Snapchat, está Wickr, Cover Me, SpeakOn y Bleep. Básicamente estas tecnologías lo que haces es “encripcionar” el mensaje en su punto de origen hasta el de destinatario de modo que no sea leíble por terceras personas. End-to-end encryption, le llaman en la jerigonza técnica de la Red.
Snapchat
El más poderoso de todos es Snapchat para mensajes con imágenes. En 2016 sobrepasó a Facebook en video-mensajes con 10 millones versus seis millones, según el portal onlinesense.org. La magia de Snapchat es que el usuario le fija un tiempo de vida útil a su imagen y al cabo se “destruye”. Bueno, por lo menos para el remitente y el destinatario, pues ya sabemos que el retrato se queda vivo en algún pasaje escondido de la gran Red. El que sabe buscarlo, lo encuentra, aunque no es fácil. Hay otro agravante. Snapchat permite enviar textos solamente, pero estos no se borran nunca , algo que desconocen muchos de sus usuarios.
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A partir de 2016, Snapchat rápidamente se convirtió en el apostadero de ls llamados “sexting” , la imágenes de poses obscenas enviadas tanto por adolescentes incautos como por adultos torpes. Además, tanto Snapchat como Telegram es usado a cabalidad por los llamados trolls o comunicadores repugnantes que destilan veneno en sus mensajes racistas, xenofóbicos, sexistas e insultantes. Ambos son el app favorito también de los cyberbullies, de los propagandistas políticos y los terroristas virtuales. Lo que no saben muchos es que el receptor puede tomar un screenshot del mensaje visual y lo guarda para siempre como evidencia de la maldad del otro.
Telegram
Tiene un atributo adicional que es proveer un chateo “privado” que se auto elimina en su momento fijo. Pero… ¡ya sabemos que no hay nada privado en la Web! Telegram no sólo permite encripcionar mensajes sino destruir las cuentas a voluntad del usuario, lo que hace difícil que los investigadores oficiales persigan a los infames.
Wickr
Esta aplicación parece ser la más seguro, pues no solo tiene uno , sino cinco claves codificadoras para cada mensaje, lo que hace bien difícil descifrar un mensaje en ruta, si es que alguien astuto lo interfiere. Además, tiene el botón mágico para destruir un mensaje después de enviado. Los mensajes están casi, casi protegidos de los ojos hurgadores del FBI, las agencias de seguridad y la Policía. De hecho, muchos activistas de los derechos humanos internacionales, usan Wickr para escaparse de las garras de regímenes tiránicos que los acosan. El app deja muy poco rastro digital para sus usuarios.
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Las otras tres apps son menos seguras, Cover Me obliga el propio receptor a eliminar el mensaje. Speak On traduce sus mensajes a 90 idiomas, algo útil para depredadores globales. Por último, Bleep permite enviar mensajes anónimos, otro peligro en manos nefastas.
MIGRANTES
La primera gran huida desde los lugares de chateo tradicional de la Web –Twitter y Facebook– fue a partir de 2015 por los adolescentes, al surgir las nuevas mensajerías más discretas. La razón de su migración hacia las nuevas apps auto destructibles era obvia. Evitar que sus padres se enteraran de sus conversaciones juveniles, muchas veces atrevidas e irreverentes, explícitas y risqué.
¡OJO! Solamente una mente inmadura desconoce los peligros de tales sistemas de comunicación virtual. Nada es secreto, nada es privado, nada es infalible en las tecnologías imperfectas de la Web, a pesar de todos sus avances y sus maravillas. Hay otros sistemas de mensajería de cuidado en su uso. Ya hablaremos de ellos en otra crónica.
Esta columna expresa solo el punto de vista de su autor. Rafael Matos es periodista y profesor de multimedios. Puedes contactarlo a través de cccrafael@gmail.com.