Caleb Núñez se posó frente a la línea de vallas que protege la hilera de policías, que a su vez sirven de escudo a la entrada de la Fortaleza. Llegó con botas de trabajo, pava, machete y la bandera de Puerto Rico como capa.
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Allí estuvo por un rato con el machete en alto, un día después de que miles de puertorriqueños llegaran hasta Fortaleza para exigir la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló Nevares tras los casos de corrupción que ahogan al gobierno y el escándalo del chat de Telegram.
El jibarito de 9 años llegó con su familia desde Cayey. En una breve conversación con Metro, dijo que lo que sucede lo hace sentir “mal” y que la gente tiene “rabia por Ricky”.
Después de estar unos minutos frente a la policía, se dio la vuelta y saludó a cada uno con la mano. Los oficiales le saludaban y le sonreían. “Dios te bendiga”, dijo uno de ellos.
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Antes de que Caleb hiciera su gesto, comerciantes y residentes recuperaban los alrededores, protegían con paneles de madera sus vitrinas y pintaban sobre los graffittis. Brigadas del municipio de San Juan reponían los adoquines que terminaron por salirse ayer en medio de la protesta, algunos por manifestantes que los arrancaron, otros víctimas de años sin mantenimiento y del paso sin pausa de los vehículos.
También hubo una conferencia de prensa de cerca de una decena de organizaciones que convocaron a una manifestación el miércoles, 17 de julio. Pero cuando el jibarito se detuvo y levantó el machete, todas las miradas y las cámaras se posaron sobre él.
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