Por muy cliché que parezca, la vida es realmente impredecible. No hay bola de cristal o cartas astrales que puedan revelarnos el futuro pero está bien, ahí es donde está la verdadera emoción de la vida.
La realidad es que esa incertidumbre es la que en cierto modo nos hace avanzar. Vivir en un estado constante de miedo, duda, preocupación y ansiedad sobre tu pasado o tu futuro solo arruinará el hermoso camino del “ahora”.
Bien dicen que hay que vivir cada momento como si fuera el último y no hay nada de equivocado en eso. Sin embargo, para muchas personas esto se complica cuando la añoranza por el pasado y la expectativa por el futuro salen a flote. Es decir, no está mal recordar y reflexionar sobre el pasado, tampoco visualizar lo que queremos alcanzar; lo que está mal es olvidarse de vivir en tiempo presente y disfrutar aquello que está ocurriendo (esto incluye a las personas presentes).
Mirar hacia el futuro puede proporcionar esperanza, especialmente en tiempos difíciles. Reflexionar sobre el pasado también puede proporcionar curación y cierre. Sin embargo, concentrarse en cualquiera de los dos de manera obsesiva, rápidamente se deteriora en nuestra salud mental y emocional.
La vida se desarrolla en el presente pero la ajetreada vida que llevamos nos llena de ansiedad y de pensamientos negativos. Cuando trabajamos, fantaseamos con estar de vacaciones y en vacaciones, nos preocupamos por el trabajo acumulado en nuestros escritorios. Nos concentramos en los recuerdos y en los errores del pasado pasado o en la carga sobre lo que puede o no suceder en el futuro. No apreciamos el presente y eso nos provoca más ansiedad, ¿cómo podemos cambiar nuestro chip mental?
Aprende a respirar. Todos los días, tan a menudo como sea posible, concéntrate en respirar profundamente y luego exhala profundamente. Mientras inhalas, visualiza que estás respirando energía de limpieza y positividad. Mientras exhalas, visualízate liberando toxinas y negatividad del cuerpo. Es como una especie de reinicio.
Volver a lo que ya fue no es posible. La vida no se mueve hacia atrás y de poder hacerlo, no aprenderíamos de la experiencia, buena o mala. Además, volver no haría ningún bien, solo cometerías los mismos errores (porque no habría lección que aprender).
Aprende de tu día a día. Agradece lo vivido, aprende para el mañana y disfruta del hoy. Desde ahora, cuando te despiertes, no te detengas pensando en el tiempo perdido, no te estanques en lo que hiciste o no. Concéntrate en tu respiración, en la sensación que te produce recorrer tus dedos por su piel y en lo viva que estás hoy.
Deja de estresarte. Qué más da si las cosas no salieron como querías; entiende que no tienes el control de todo y que lo importante es que lo que pasó, te está guiando hoy. Nada está garantizado, así que tampoco puedes anticipar cómo te sentirás mañana o dentro de tres meses.
Nada dura para siempre así que en lugar de desperdiciar los momentos de alegría, llenando tu corazón de tristeza o rencor por lo que se irá eventualmente, piensa que vas a pasar un buen rato, solo respira, detente, disfruta y aprecia esas pequeñas chispas de éxtasis que te están dando en este instante.
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