La discriminación es un germen que afecta la vida de todos, no importa la forma que tome ni cómo se disfrace, pues siempre vulnera la dignidad humana y los derechos fundamentales de las personas.
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Se llama racismo cuando se margina por consideraciones de raza o etnia. Se llama machismo cuando el sujeto de ataque es la mujer. Se llama homofobia o transfobia cuando la intolerancia va dirigida hacia la diversidad sexual y de género. Finalmente, se llama edadismo cuando el discrimen es motivado por la edad.
En Puerto Rico hemos aprendido lo caro que resulta para la sociedad el discrimen, el sexismo y el racismo, los prejuicios contra las mujeres y contra las diferentes razas. Sin embargo, no estamos conscientes del discrimen por edad que es algo con lo que vivimos a lo largo de nuestra vida. Estamos de acuerdo en que toda forma de discriminación debe ser rechazada: racismo, xenofobia, machismo, homofobia… y la mayoría de las personas estamos conscientes de ello.
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Sin embargo, el edadismo apenas se reconoce, y muchas veces se disfraza de condescendencia y cariño. El chiquiteo: “viejito” no necesariamente es una forma cariñosa de tratar una persona mayor, sino que puede ser una manera de infantilizarlo minimizándolo. Igualmente, discriminamos por edad cuando presumimos que una persona no puede hacer algo, porque “ya estás vieja para eso, estas pasé, o estás senil”.
Hacer generalizaciones es también una forma de edadismo, como cuando se dice que “las cuarentonas son calientes o que los viejos sexualmente activos son verdes “La discriminación por la edad, ya sea consciente o inconsciente, institucional o personal está normalizada.
Está presente en todos los escenarios y la identificamos en la atención y prestación de servicios de salud, en los trabajos, los medios de comunicación, en la publicidad, en la prensa y en todo nuestro diario vivir. Aunque hemos avanzado en la aspiración del reconocimiento y respeto de la dignidad de todas personas, todavía nos falta amplio camino por recorrer en el caso del edadismo.
El autor es el licenciado Ever Padilla Ruiz, director de la Comisión de Derechos Civiles.