“Gallina vieja da buen caldo”. El zarpazo vino de parte de un hombre rechonchete y bajo con quien compartíamos un espacio de esos que designan para el fumador. Joann se quedó eleta. Cambió de color. Ella sabe muy bien que en ciertas circunstancias no tengo el don de hablar bonito y de sólo imaginar la sarta de posibles palabretas que saldría de aquellos labios, los míos, perfectamente pintorreteados de rojo moretón, se quedó como muerta.
PUBLICIDAD
Yo no supe si insultarlo, escupirlo, pegarle o propinarle un combo de todo lo anterior, agrandado, por supuesto. '”Mi’ qué pendejo”, pensé de inmediato. Respiré como me enseñaron en las clases de parto sin dolor, inhalando imperceptiblemente y exhalando con pudor, ejercicio invisible pero efectivo para aplacar el fuego uterino que ataca a las mujeres cada vez que alguien nos viene con sandeces. Es un fuego que se origina en el útero, ese órgano fuerte que nos dieron para parir, y que sube por un sendero de ovarios, intestinos, riñones y pulmones abriéndose paso en ese laberinto para llegar a la garganta, desde donde podemos escupir las peores palabras, los insultos más denigrantes.
TAMBIÉN LEE: Mi ambiente de trabajo ideal
Aprovechando que el tipo se había retirado unos pasos, tiré al aire una bocanada de humo de mi Benson mentolado concentrada y analizando el supuesto piropo. “Pero ven acá”, me dije, “¿me piropió o me insultó?” Clavé los ojos en Joann, “amiga, ¿me puedes explicar lo que me dice este señor? Pa’ mi como que me dijo tras de vieja, gallina… pero me confundí con lo del buen caldo, querrá decir que todavía sirvo para algo?. Es que no le encuentro la parte bonita”. Joann se fumó su cigarrillo de una sola inhalada, se puso nerviosa y no me contestó.
Los papeles se invirtieron. Según Joann yo soy muy chic y ella es del ghetto. Creo que por eso se tilteó, sabiendo que una chic tiene siempre guardada en su interior una palanca como la de los transformers, que de sólo presionarla te convierte en la ghetto líder, bueno, la presidenta del ghetto, bueno, Mrs. Ghetto…..okeyyyy Mrs. Ghetto Plus.
Con esa no me quedaba. Sacudí el pensamiento, saqué del armario la neurona creativa y la neurona “bichística”…. “Tengo que encontrar una frase que se equipare, pero la quiero cortita y cortante, pa’ que se pasme”.
El tipo se acercó buscando espacio para el segundo cigarrillo. “Ahora es que es”, pensé. Apagué el fuego del mío aplastándolo lentamente contra el cenicero. Lo miré y le dije: “Y al gallo viejo le arrastra el huevo”.
PUBLICIDAD
MÁS DE UKA: