Por: Astrid E. Santiago Orria, PhD, MPHE, MSW, GCG
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En el marco del Día Internacional de las Personas Adultas Mayores (1ro de Octubre) es necesario la autorreflexión sobre el proceso de envejecimiento y las vejeces. Lo cierto es que cuando nace un ser humano, celebramos su crecimiento y desarrollo. De hecho, cuando balbucea, dice sus primeras palabras, le salen los dientes, da sus primeros pasos, otros anunciamos qué quien nació está creciendo. En realidad, el crecimiento y desarrollo verdaderamente lo que nos dice es que existen cambios, los cambios representan desafíos y oportunidades al mismo tiempo que se envejece.
La Real Academia Española define envejecimiento como el “hecho o efecto de envejecer o envejecerse” y envejecer es “hacerse o parecer viejo o más viejo alguien o algo”. Ahora bien, ¿por qué si celebramos el crecimiento y desarrollo después de nacer nos negamos a aceptar que todos envejecemos? Tal vez si cambiara nuestra narrativa, lo que decimos, lo que pensamos y como actuamos (a eso nos referimos con edadismo) hacia nosotros mismos y hacia otros por razones de edad pudiéramos entonces celebrar lo que trae el crecimiento y el desarrollo humano a nuestras vidas.
De hecho, me permito hacer una analogía entre el vino y el envejecimiento. El vino que envejece en barrica de madera adquiere mayor sabor, mayor aroma, es irreversible su proceso y pudiera ser hasta más costoso para el consumidor; eso si para que un vino envejezca correctamente hay que considerar varios aspectos como: tipo de uva, clima, riego, condiciones, control de plagas, etc. Si hacemos analogía del vino con las características del envejecimiento podemos establecer que ambos experimentan cambios con el tiempo y requiere prestar atención a múltiples factores. El tiempo en el ser humano permite reconocer la existencia de vejeces, desarrollar una apreciación mayor y reconocer la necesidad de adaptación y valoración social. Las vejeces implican experiencias y saberes que a su vez nos llevan al reconocimiento de que todos envejecemos en forma diferente y ser diferente no es menos.
La autora es educadora en salud, trabajadora social, gerontóloga y profesora universitaria. Para más información puede escribir a dra.santiagoorria@gmail.com