En un centro de mando adornado con detalles dorados en las afueras de Abu Dhabi, los científicos buscan extraer humedad de los cielos desérticos. ¿Pero realmente funcionará a gran escala toda su extravagante tecnología de siembra de nubes con aviones que esparcen nanomateriales y láseres que alteran la atmósfera?
En los cielos sobre Al Ain, en los Emiratos Árabes Unidos (EAU), el piloto Mark Newman espera la señal: cuando llega, acciona unos cuantos interruptores plateados en un panel junto a su pierna, gira dos diales negros y luego presiona un botón rojo etiquetado como “FIRE”.
Un cilindro montado en el ala de su avión de hélice se abre, liberando una pluma de polvo blanco fino. Ese polvo, que en realidad es sal común recubierta con una capa de óxido de titanio a escala nanométrica, será llevado hacia arriba por corrientes de aire cálido, transportándola al corazón de las nubes. Teóricamente, esto atraerá moléculas de agua, formando pequeñas gotas que colisionarán y se fusionarán con otras hasta que crezcan lo suficiente como para que la gravedad las arrastre del cielo como lluvia.
¿Qué es la siembra de nubes?
Más de 50 países han incursionado en la siembra de nubes desde la década de 1940 para saciar sequías, rellenar embalses hidroeléctricos, mantener las pistas de esquí nevadas o, incluso, como arma de guerra.
En los últimos años, ha habido un nuevo auge de interés, en parte debido a avances científicos, pero también porque los países áridos están enfrentando los primeros impactos del cambio climático.
Al igual que otras tecnologías diseñadas para tratar los síntomas de un planeta en calentamiento (por ejemplo, bombear dióxido de azufre a la atmósfera para reflejar la luz solar hacia el espacio), la siembra de nubes alguna vez fue controvertida pero ahora parece atractiva, quizás incluso imperativa.
¿Es la siembra de nubes la mejor solución?
Solo en los últimos nueve meses, la siembra de nubes ha sido promocionada como una solución a la contaminación del aire en Pakistán, como una forma de prevenir incendios forestales en Indonesia y como parte de un esfuerzo para rellenar el Canal de Panamá, que se está secando.
Aparte de China, que mantiene sus extensas operaciones de siembra en secreto, los EAU han sido más ambiciosos que cualquier otro país en avanzar en la ciencia de hacer llover: la nación recibe alrededor de 5 a 7 pulgadas de lluvia al año, aproximadamente la mitad de lo que cae en Nevada, el estado más seco de Estados Unidos.
Ante esto, los EAU iniciaron su programa de siembra de nubes a principios de la década de 2000 y, desde 2015, han invertido millones de dólares en el “Programa de Mejora de la Lluvia”, que está financiando investigaciones globales en nuevas tecnologías.
¿Es funcional?
Los científicos todavía no están seguros de poder hacer que funcione de manera confiable a gran escala. La inundación de Dubái fue probablemente el resultado de un sistema de tormentas a nivel regional, exacerbado por el cambio climático y la falta de sistemas de drenaje adecuados en la ciudad.
No obstante, el objetivo declarado del Programa de Mejora de la Lluvia es asegurar que las generaciones futuras, no solo en los EAU, sino en regiones áridas de todo el mundo tengan el agua que necesitan para sobrevivir.