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Mako y Aymat: Una Serie Mundial desde la radio puertorriqueña

Una mirada a la narración del séptimo juego de la Serie Mundial desde una cabina de radio en Puerto Rico.

Aquí, en esta cabina de radio, hay dos hombres que han dedicado sus vidas a pensar el béisbol; uno entre cal, tierra y grama, y el otro apalabrando el juego detrás de un micrófono, para quien escuche lo vea y lo viva.

Ambos comparten hoy la tarea de llevar a los hogares puertorriqueños las incidencias de la Serie Mundial de las Grandes Ligas. Cinco boricuas tienen uniformes puestos en la serie, así que Mako Oliveras y Luis Aymat saben que este turno al bate representa algo más que poner la pelota en juego a través de las ondas de WKAQ 580.

No, no importa la distancia. Aunque estemos en Guaynabo, a poco más de 3,200 kilómetros de la ciudad de Houston, el béisbol es un asunto religioso en Puerto Rico. Por eso, escuchar esta narración a lo largo y ancho del 100 x 35, con o sin delay, en casa o en el carro, es como estar en el parque.

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El séptimo juego del Clásico de Otoño está por comenzar y Aymat aclimata su garganta con café. Hace sus anotaciones, organiza datos y comparte con Mako las alineaciones. Con la disciplina de la basta experiencia en el béisbol organizado, Mako analiza y respira profundo, mientras se deja caer hacia atrás en su silla, como sabiendo que se apresta a digerir un banquete.

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Para el legendario, esta serie es prueba inequívoca de que el béisbol no es para entenderse, simplemente se vive. El viejo habla con la seguridad de un ser humano que ha invertido más de 50 años en los diamantes del Caribe y Estados Unidos. Le resulta complicado no limitar su participación en este espacio a puros aspectos técnicos del juego. La mirada de Mako, aún desde una cabina de radio, sigue siendo de dirigente. Pero no de un dirigente cualquiera, que quede claro.

— Es que este juego… El que dice que entiende, que conoce este juego, es el mentiroso más grande que hay en la faz de la tierra.

El rostro de Mako dice mucho. Aymat lo mira y sonríe. Asiente con la cabeza ante la crudeza del comentario y comienza su faena, como quien no quiere la cosa.

— Fanáticos del béisbol, buenas noches tengan todos y bienvenidos al séptimo y decisivo juego de la Serie Mundial… Les saluda Luis Aymat en la grata compañía de Mako Oliveras.

El juego de hoy vs el de ayer

El béisbol que conoció Mako a mediados de siglo pasado no es el mismo que se juega hoy. La nostalgia del recuerdo lo pone a pensar en el romanticismo de la pelota de ayer. La compara con el presente.

Mako habla del juego pequeño, de lo bonito que era sacrificarse para mover corredores, del arte de poner un toque de bola que coqueteara con las líneas de cal, de la disciplina en el plato, de correr bien las bases y hasta de lo poéticas que podían ser las reglas no escritas. Dice que eso era antes, que hoy se juega distinto.

— Ya eso es cosa de ayer. Eso de esperar strikes con conteo de 3-0 es cosa del pasado. Hay sus excepciones… pero estos tipos bregan con números y probabilidades, por eso sacan el bate como si na’. Este es el béisbol de las estadísticas, Luisito.

Aymat le pregunta a Mako si le daría luz verde a sus bateadores con conteo de 3-0 y corredores en posición de anotar. Mako abre los ojos y le explica que todo depende de quién tenga el bate en la mano. Que tampoco puede ser a lo loco.

— Luisito, es que es un juego distinto. Si yo tengo a Pancho Cara’e Queso bateando o estás tú o estoy yo, pues hay que esperar strike. Pero estos tipos son profesionales de alto nivel. Tienen que batear, porque para eso les pagan. Ese es el negocio.

Mako no se equivoca con lo que dice.

En el 2017 los Dodgers de Los Ángeles, subcampeones de esa temporada, le hicieron swing al 17% de los lanzamientos en conteo de 3-0. Fueron bastante efectivos con su libertinaje, consiguiendo 13 hits, cuatro más que ningún otro equipo ese año en las Grandes Ligas. Además, batearon para .500 poniendo la pelota en juego en 3-0, escenario que todo pelotero tuvo prohibido, al menos una vez en su juventud, a pesar de que —evidentemente— en esa situación los lanzadores buscan entrar en la zona con más suerte que verdad.

Mako vuelve a intervenir.

— Si uno pone un toque ahora para mover corredores, se regala un out, ¿entiendes? Esa es la lógica de los millennials. Esto es béisbol de millennials y hay que estar con ellos ahora. Tienen hasta computadoras en los dugouts y te investigan hasta el Seguro Social al momento. Ellos saben que es mejor probar suerte bateando.

George Springer, de los Astros de Houston, está en la caja de bateo con hombres en segunda y tercera, conteo de 3-0 y dos outs en la pizarra. Los Astros acaban de marcar la primera carrera del juego con un jonrón de Yuli Gurriel. Springer hace swing y la bola va directo a las manos del Juan Soto. Se produce el tercer out del segundo inning. Sí, Springer hizo swing con dos corredores en posición de anotar, dos outs y conteo de 3-0.

Aymat y Mako cruzan miradas y se ríen. Ellos saben que hay dos o tres que deben estar arrancándose los pelos luego de ese turno.

— Todo el mundo está criticando ahora… “Ah, pero, ¿por qué él hizo swing en 3-0?” Si da la línea nadie dice na’.

Springer terminó el 2019 bateando de 4-1 con conteo de 3-0 y recibió diez bases por bolas en esa situación. Sin embargo, ese único hit fue un jonrón. Además, en la situación de dos outs y corredores en posición de anotar Springer la sacó cinco veces en la regular y empujó 25 carreras. ¿Y si daba el palo?

Mako le recuerda a Aymat que no es lo mismo con violín que con guitarra.

— De aquí es fácil, de aquí es fácil…

Una nueva generación

Aymat continúa dibujando el juego con palabras y los Nacionales de Washington despiertan con ramillete de tres carreras en la séptima. Toman la ventaja del juego sin delicadeza, con furia.

Cuando ya Washington parece tener el campeonato en el bolsillo, llama la atención la actitud de Juan Soto, el más joven de la serie, con 21 años recién cumplidos en octubre. Soto es un jugador dominicano pimentoso, con la energía del Caribe antillano intacta. Cada uno de sus turnos al bate han sido una pequeña guerra. Es un tipo que se le cuadra a los lanzadores luego de cada lanzamiento y bailotea como exigiendo que se le tire por la goma sin pena ni gloria.

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Mako dice que esa es la nueva cultura del béisbol, el calor del juego de la nueva generación que reclama su espacio imponiéndose de todas formas.

— Ese es el béisbol moderno, Luisito. En mis tiempos se le tiraba al cocote, a la chola, pa’ que respete.

De nuevo, el asunto de las reglas no escritas ya son cosa del pasado. Por lo menos, con figuras como Soto, que prometen quedarse con el canto. Mako y Aymat saben que esas reglas son un cuento de la vieja escuela y que hay que dejar a los chamaquitos jugar.

— Pues seguro… —añade Mako— Eso también refleja la madurez de esos muchachos, que están con una seguridad increíble en un nivel tan importante.

Los Nacionales consiguen su primera corona de las Mayores y se convierten en el primer equipo que lo hacen ganando todos los juegos de la final en la carretera. En esta cabina, sin embargo, también se celebra una victoria importante. Aymat sabe porqué.

— Por ahí viene el béisbol invernal. Comienza ya. La radio siempre ha sido fundamental en nuestra cultura deportiva. Y qué bueno que se nos dio esto, porque nos ayuda a fortalecer el interés por la narración boricua como se debe, con compromiso real con este deporte.

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