Por instinto, los seres humanos anhelamos buscar la verdad de las cosas. Por tanto, uno de los retos de la era digital es saber manejar con certeza los datos que circulan por los confines del ciberespacio. Lidiar con la siembra de datos falsos.
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Y es que con las maravillas de la tecnología informativa también surgió un lado oscuro, una especie de juglares engañosos –los hackers noticiosos– que llenan la Internet de falsedades. Sus motivos incluyen ventajas comerciales, desinformación política, bromas, relajo y lo peor: retarse uno al otro a ser el más atrevido y ver quién hace más daño. Son sociópatas que siembran desazón por placer y retan todas las defensas de la ciberseguridad.
Las redes sociales están llenas de las llamadas leyendas urbanas, teorías de conspiración, rumores políticos, chismes faranduleros, figuraciones de entidad, fotos alteradas o videos manipulados que por pura curiosidad humana se tornan virales y parecen ser realidad.
De hecho, en círculos militares y de la inteligencia política, la mentira manipulada es un arma táctica. La Internet ha facilitado su propagación en manos perversas.
Hay una estadística espeluznante que pocos conocen. El 80% de la información en la Web es incompleta, falsificada, fantasiosa o sin verificar. ¿Cómo saber qué es real y qué es falso?
La primer línea de protección es el instinto. Activar esa malicia de que algo es demasiado extraño o muy extraordinario como para ser verdad. Cuidado además con las “cadenas”. Uno de los métodos favoritos de los falsificadores es inventar un hecho sin fundamento y convencer a miles que lo repitan como un hilo de hechos noticiosos que corren por todas sus redes personales.
Otra defensa es estar al tanto de los acontecimientos reales. Muchos de los asuntos virales que se riegan como pólvora son eventos reciclados. Hechos que ocurrieron hace años y toman nueva vida en las manos de los hábiles hackers. Los disfrazan de inmediación y los impulsan como acabados de ocurrir con detalles del presente. A cada paso, se le añaden datos inverosímiles y así crece en falsedad. En los medios informativos hay personas adiestradas para captar estos engaños y verificar datos, pero a veces se cuela algo y adquiere visos de credulidad.
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Podemos dar cien ejemplos de estos “hackeos”, pero muchos ya las conocemos. La más viva e inmediata es la creación del falso dilema por sectores supremacistas de Estados Unidos de que la frontera del sur amenaza a su seguridad nacional. El narcotráfico y el terrorismo internacional son los verdaderos peligros, no los migrantes pobres.
Hay que recordar que dada la velocidad y la interconectividad de la Web, una mentira puede viajar alrededor del mundo en menos de 24 horas. También recordemos que una mentira tiene tanta vida como tantas personas la acepten y la recirculen.
Eso lleva a otra acción protectora. Si nos consta que una noticia sea verdad es un deber, una responsabilidad de ciudadano digital el desmentirla lo más pronto posible. Mientras más rápido se desmantela la falsedad, menos gente es engañada. Se ha probado que cuando alguien desenmascara con propiedad un mentira, su poder de difusión se desinfla de inmediato.
Esta columna expresa solo el punto de vista de su autor. Rafael Matos es periodista y profesor de multimedios. Puedes contactarlo a través de cccrafael@gmail.com.