Aunque el envejecimiento forma parte de las distintas etapas naturales del ser humano, los estilos de vida se asocian a mejoras en la calidad de vida y prevención de enfermedades, especialmente aquellas que deterioran el cerebro.
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La literatura recalca que para evitar daños en las estructuras cerebrales, es importante que las personas puedan incorporar mejores rutinas de alimentación, ejercicios y actividades cognitivas.
Sobre la alimentación, por ejemplo, el National Institute on Aging asegura que algunos nutrientes se vinculan al retraso del envejecimiento.
Recomienda, que se incorporen más frutas como las naranjas, el guineo y las frambuesas, vegetales como los tomates, el brócoli y la lechuga; cereales, tales como arroces integrales y lácteos y proteínas que sean magras.
Asimismo, que se comiencen a leer y entender mejor las etiquetas, pues dan una idea educada de lo que contiene un producto.
Los azúcares, las grasas saturadas y la sal deberían evitarse.
Al público, también, se le aconseja llevar un diario de alimentos, para así llevar un registro de lo que se come cotidianamente.