La evidencia científica lo afirma | Muchas personas descubren su TDAH en momentos de crisis

El diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en adultos puede ser una experiencia reveladora.

Para muchas personas, como Joseph Aquilina, recibir el diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) después de años de incertidumbre ha sido un salvavidas; no obstante, no todo es positivo, y el camino posterior al diagnóstico también puede estar lleno de dificultades.

Aquilina, quien prefiere el término “hiperimpulso por diferencia de atención” en lugar de TDAH, fue diagnosticado a los 37 años. Aunque ya había sido diagnosticado con dislexia a los 21, pasaron muchos años antes de que se diera cuenta de que sus problemas con la atención y el manejo de múltiples tareas no estaban relacionados solo con la dislexia. Su diagnóstico llegó en un momento crítico de su vida: estaba trabajando, lanzando un negocio, estudiando y, además, se convertía en padre.

Según Aquilina, este patrón es común: muchas personas descubren su TDAH en momentos de crisis, cuando todo en sus vidas parece estar a punto de desmoronarse. Ahora, como coach de personas con TDAH, Joseph ayuda a otros a comprender y navegar esta condición, basándose en su propia experiencia.

“Soy como una mosca en la pared que también forma parte de la pared”, dice.

Para él, ser abierto sobre su diagnóstico le ha permitido aceptarse y ha ayudado a los demás a entender sus luchas.

¿Por qué el diagnóstico puede ser un alivio?

El TDAH es un trastorno neurodesarrollativo crónico, caracterizado por síntomas como hiperactividad, impulsividad y falta de atención. Se estima que afecta al 3% de los adultos, pero está ampliamente subdiagnosticado, sobre todo en mujeres y personas de minorías raciales, debido a estereotipos y malinterpretaciones.

Para muchos, el diagnóstico en la edad adulta trae consigo un sentido de alivio. Annette Björk, especialista en salud mental, explica que un diagnóstico preciso puede ofrecer una explicación a las dificultades que muchos han experimentado durante años.

Personas que se sentían fuera de lugar finalmente comprenden que sus dificultades no son fallas personales, sino el resultado de un cerebro que funciona de manera diferente. Esto, a su vez, puede conducir a una mayor comprensión por parte de los demás y a una mejora significativa en la calidad de vida, mediante la implementación de tratamientos o estrategias de manejo del TDAH.

Björk ha trabajado con personas que no fueron diagnosticadas hasta los 50 años, lo que muestra que nunca es demasiado tarde para obtener respuestas y comenzar un proceso de autocomprensión. Sin embargo, también hay una parte oscura: quienes tienen TDAH no tratado tienen una menor esperanza de vida, en parte debido a problemas de salud mental, accidentes y otros riesgos.

Los riesgos detrás del diagnóstico

A pesar de los beneficios, ser diagnosticado con TDAH en la adultez también tiene sus contras. Una de las principales desventajas es el estigma que todavía rodea a esta condición. Muchas personas, temerosas de ser juzgadas, optan por no compartir su diagnóstico con sus empleadores o compañeros de trabajo.

Blandine French, investigadora en psicología, advierte que trivializar el TDAH como “algo que todo el mundo tiene” puede ser perjudicial, ya que no refleja las realidades diarias y los retos a los que se enfrentan quienes viven con este trastorno.

Además, recibir un diagnóstico tardío puede generar sentimientos de tristeza y enojo por las oportunidades perdidas. Algunas personas luchan por aceptar la idea de que sus dificultades a lo largo de los años podrían haber sido más manejables si hubieran recibido ayuda antes.

También existe preocupación por un posible sobrediagnóstico de TDAH, especialmente en sectores privados. En países como el Reino Unido, donde las listas de espera para un diagnóstico pueden ser de hasta 8 años, algunos recurren a clínicas privadas en busca de respuestas rápidas. Esto genera inquietudes sobre la consistencia en los criterios de diagnóstico entre el sector público y privado, según Tito Mukherjee, psiquiatra del NHS en el Reino Unido.

Los desafíos del tratamiento

Otro aspecto a considerar es el tratamiento. Los medicamentos para el TDAH, especialmente los estimulantes, suelen ser la primera línea de tratamiento, ya que actúan rápidamente sobre la concentración y energía. Dicho esto, los tratamientos no están exentos de complicaciones. En países como Estados Unidos, los medicamentos pueden afectar la elegibilidad para ciertos trabajos o seguros, ya que algunos fármacos pueden dar positivo en pruebas de drogas. Además, los pacientes pueden enfrentar dificultades para acceder a la medicación debido a la escasez de suministros.

Pese a estos desafíos, muchos adultos que han sido diagnosticados con TDAH en su adultez reportan mejoras significativas en su calidad de vida. El diagnóstico no solo les proporciona una mejor comprensión de sí mismos, sino que también les abre las puertas a tratamientos y herramientas que pueden transformar su día a día.

Para muchos, comprender su condición les permite finalmente encajar en un mundo que hasta ese momento parecía diseñado para otros.

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